Entorno fantástico
La casa es una monada, un pazo gallego restaurado con mucho gusto y, como nos explicó la propietaria, Elena, con mucho cariño y tesón durante 5 años; restauró muebles que quedaron impecables. El trato, tan familiar y agradable que a uno se le hace raro no volver a tener contacto con gente tan encantadora. Si hemos de encontrar alguna "pega" sería la localización, difícil el primer día, que solucionamos con una llamada y un GPS. Al estar en medio del campo, no se oye ni un ruido por la noche y se descansa muy bien. Nos ha encantado y nos hubiera gustado tener un poco más de tiempo para disfrutar más de la casa. Un aplauso para las dos Elenas (madre e hija)!!